El doctor Ramón Pina Acevedo, ícono del boxeo y la jurisprudencia nacional, abandonó este pícaro mundo sin ser exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.
Dejó un legado inmenso como dirigente del boxeo a nivel local e internacional. Pero esa singular impronta no bastó para que en su país se le dieran los méritos que reclamó al pueblo deportista.
Debo repetir la lapidaria frase del gran intelectual criollo Federico Henríquez y Carvajal: “¡Oh América infeliz que solo recuerda tus grandes hombres cuando son tus grandes muertos”!
En el caso de Pina Acevedo, quien durante 25 años fue Comisionado Nacional de Boxeo, ese pensamiento cae como “anillo al dedo”.
En su patria, en la tierra que le vio nacer y enseñar su capacidad y nobleza, los directivos del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano se negaron a inmortalizarlo. Se negaron sin ninguna justificación.
Tal vez esos mismos magnates e indolentes podrían proclamar, para tratar de justificar su actitud, que “nadie es profeta en su tierra”.
No obstante, supe que “se gesta un movimiento”, dentro del Pabellón del Deporte Dominicano, para reconocer a Pina Acevedo….exaltarlo ¡pos-muerte!
Pero esa iniciativa no debe materializarse. Si eso ocurre, entonces será una burla a la memoria del ilustre jurista que también fue un eficiente directivo de organismos del boxeo mundial.
La solidaridad de Valcácer
Me informaron que el presidente de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), Francisco –Paquito- Valcácer, estuvo en el país recientemente. Vino para conocer de la muerte de su amigo Pina Acevedo a quien siempre le guardó mucho respeto y agradecimiento.
Valcácer encabezó un acto -al que no fui invitado- en el que se rindió homenaje a Pina. Ahí estuvieron varios de los hijos del finado, entre ellos los abogados Ramón Pina Pierret y César Pina Toribio.
Significa que el reputado y decente abogado boricua Valcácer cumplió con el deber de amigo. Vienen del extranjero a reconocer la memoria de Pina, pero en su país no respetan el legado de un gran hombre.
