El Bacho formó parte en 1963 del Frente Guerrillero Gregorio Luperón y en la vida profesional practicó el periodismo cultural y de investigación.

Durante muchos años, Raúl Pérez Peña también viene librando la batalla por la memoria histórica del pueblo dominicano. Con tantos compañeros y compañeras muertos, le queda su memoria como testimonio y homenaje a sus vidas, como reserva y pauta para las próximas generaciones.

“El Bacho”, como también se le conoce, recuerda que sus motivaciones políticas surgieron luego de vivir los momentos cuando los aviones y las tropas que fueron a combatir a los expedicionarios del 14 de junio de 1959, sumado este acontecimiento a los atropellos por parte de la guardia trujillista, que mostraban a los expedicionarios amarrados para sembrar el terror en el área, lo que incentivó sus ideales de lucha, los cuales ya había despertado en él la emisora Radio Rebelde con sus transmisiones desde Sierra Maestra en el oriente cubano.

Estando en El Mamey, Puerto Plata, donde residía junto a su familia, cuenta que se produjeron las expediciones del 14 de junio de 1959, por Constanza, Maimón y Estero Hondo, este último a escasos kilómetros de su casa, área convertida en escenario de combates, y donde la tensión abarcó toda la zona. Y es que la vida de este militante dominicano se ha visto matizada por hechos que lo han marcado, siendo uno de ellos la misión de proteger al guerrillero del desembarco por Playa Caracoles, Toribio Peña Jáquez, y facilitar durante un recorrido en carro, la entrevista que le hizo Juan Bolívar Díaz, para el vespertino Última Hora, con narraciones del desembarco por Playa Caracoles, en 1973. “Debimos refugiarnos varios días en sótanos alrededor de la avenida México, armados con fusiles y granadas y almorzar disimuladamente en restaurantes chinos”, recuerda “El Bacho”.

1. Nacimiento e infancia
Soy el último en nacer de una familia de siete hermanos, los Pérez Peña, en El Mamey, Los Hidalgos, provincia Puerto Plata. Fue allí donde transcurrió mi infancia y las primeras memorias de mi vida, las cuales estuvieron marcadas por las peculiaridades de una demarcación rural. De muy pequeño, me enviaron a estudiar como interno en la Escuela Agrícola, bajo la dirección de los salesianos, la cual estaba ubicada en Moca, caracterizada por una gran reputación y reconocimiento nacional como centro de excelencia en la formación humana, así como en la teoría y práctica de la agropecuaria. Al iniciar la secundaria, me enviaron a lo que es hoy el Liceo José Martí, en Montecristi, donde residían varios tíos, hermanos de mi madre, cuyo padre, el revolucionario Demetrio Rodríguez, era oriundo de la provincia”.

2. Estudios y la entrada en política
Al llegar a Santo Domingo en 1960, ingresé al emblemático liceo capitalino “Presidente Trujillo”, con una antológica pléyade de docentes, en la que estaban los profesores Gilbert, Manolín Troncoso y el unánimemente respetado Virgilio Travieso Soto. En ese entonces yo residía con la familia Lozada Grullón, en el barrio María Auxiliadora, donde me traté con los hermanos Peña Jáquez, luego catorcistas, y los hermanos Páez Piantini, después oficiales constitucionalistas. Estando en Mamey se produjeron las expediciones del 14 de junio de 1959, por Constanza, Maimón y Estero Hondo, este último a escasos kilómetros de mi casa, convertido en escenario de combates. La tensión abarcó toda la zona, debido al movimiento de tropas trujillistas y el sucesivo vuelo de múltiples aviones. La guardia trujillista llegó a mostrar expedicionarios amarrados para sembrar terror en el área. Aquello incentivó en mí las inquietudes políticas que me había despertado Radio Rebelde con sus transmisiones desde Sierra Maestra, en el oriente cubano”.

3. La universidad y Fragua
Entré a la facultad de Ingeniería y Arquitectura de la universidad, entonces no autónoma, antes del 30 de mayo de 1961, fecha del ajusticiamiento del tirano Trujillo. Sumergido en esa etapa turbulenta, fue mi salto para ser adulto, tránsito de alto relieve, porque en la universidad me forjé como ciudadano. En sus aulas encontré muy buenos docentes. Me integré al grupo “Fragua”, cuyo lema fue: “Pensamiento y acción fundidos en armas contra la injusticia”, donde nos aglutinamos los estudiantes progresistas. Para entonces, residía donde mi primo odontólogo Ignacio Rodríguez Chiappini, en el edificio La Ópera, de donde me mudé luego al último piso del edificio Baquero, en la calle El Conde esquina Hostos, diagonal con la sede nacional del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4)”.

4. Bajo liderazgo de Manolo Tavárez
Mis mentores y guías a lo interno de la estructura organizativa del 1J4, eran Pipe Faxas Canto, Juan Miguel Román, Polo Rodríguez y Manolo Tavárez. Ellos me sedujeron y me pidieron dejar la universidad, lo que significaba frenar mis estudios de ingeniería e integrarme al Comité del Distrito Nacional del Movimiento 14 de Junio como encargado de la propaganda. Eran los tiempos “huracanados” de la lucha callejera contra los “remanentes” del trujillato, sustituidos por el gobierno del Consejo de Estado, que auspició las votaciones el 20 de diciembre de 1962, en las que Juan Bosch fue electo Presidente de la República. Desde enero estaba en marcha la conjura golpista contra el gobierno de Bosch, con la participación de la embajada norteamericana, la cúpula empresarial, la rancia oligarquía, el gorilismo militar y una parte importante de la cúpula eclesiástica. El 1J4 resistió la conspiración con la denuncia, mediante actos en la plaza pública, con los programas radiales y el periódico semanal. Fue el 25 de septiembre, cuando finalmente asestaron el golpe de Estado a Bosch, aniquilando la constitucionalidad. Con la palabra empeñada, el 14 de Junio, bajo el dirección de Manolo Tavárez, emprendió el alzamiento armado contra el Triunvirato golpista”.

5. El alzamiento revolucionario
Juan Miguel Román y Polo Rodríguez me llamaron para que participara en el alzamiento guerrillero del Movimiento 14 de Junio contra el Triunvirato, el 28 de noviembre de 1963, bajo la proclama del retorno a la constitucionalidad sin elecciones, siendo la primera acción constitucionalista de envergadura nacional. Incluyendo los involucrados en la logística armada, totalizábamos más de 200 rebeldes catorcistas en armas, en seis regiones montañosas del territorio dominicano. Del 1961 al 1963, ningún par de años fue tan intenso en mi vida. Me tocó organizarme en el frente Gregorio Luperón, que operó en las montañas de Altamira, cuyo comandante era Juan Miguel Román. Tuvimos poco tiempo para entrenarnos físicamente, pero la moral era muy profunda. Nos internamos en las montañas en horas nocturnas, y durante los primeros días el desplazamiento fue lento, pero con la firmeza de nuestras convicciones. Me designaron responsable de información, recibiendo un equipo radial de onda corta que me permitió captar el acontecer del país con audífonos en los oídos. Retengo, como ahora, la voz noticiosa de Luis Armando Asunción, desde Radio Reloj Nacional, igual que sucesivas incidencias anecdóticas, y la caída de Enriquito Almánzar, Juancho Escaño y Ponono Minaya. Dispersado el Frente Guerrillero, David Jacobo y yo logramos permanecer por unos días, hasta que algunas familias campesinas nos ayudaron para llegar al poblado Pedro García, y desde ahí internarnos a Santiago. Pasaron semanas y meses, hasta que la organización me instruyó hacer un recorrido clandestino por varios países suramericanos, hasta Santiago de Chile. Regresé al país, bajo absoluta clandestinidad y luego emprendí viaje rumbo a Europa, en calidad de exiliado político, para juntarme con el grupo de deportados que estaba en París, Francia, y luego pasé a Cuba, donde permanecí por más de un año. Al intentar regresar clandestinamente, con escala en un Congreso Mundial de la Juventud, en Argel, capital argelina, debí aplazar el regreso, dado el golpe de Estado a Ben Bella. Fue así que, varado en Cuba, me sorprende el estallido de la Guerra de Abril en 1965”.

6. El periodismo
Ejerzo el periodismo bajo compromiso ético y político. Con la restauración de Balaguer y la contrarrevolución dominicana, gran parte de los cuadros políticos de la izquierda revolucionaria fueron asesinados, y el movimiento político mermado. Tuvimos que reinventarnos. Estudié periodismo en el Instituto José Martí, en La Habana, Cuba. En la organización llegué al Buró Político, y a ser director del periódico El 1J4. Tras años redactando y emanando notas de prensa, don Rafael Herrera me invitó a colaborar como columnista del Listín Diario. Sin pausa, continué en la militancia y el ejercicio del periodismo de opinión. Con el tiempo cultivé diversas variantes: reportero de guerra, periodismo cultural y de investigación. He publicado columnas en la mayoría de los medios impresos dominicanos de manera ininterrumpida durante varias décadas, ejercí durante 14 años la corresponsalía en el país de la Agencia Francesa de Prensa, AFP. También, durante 13 años, del periódico Excélsior de México”.

7. La familia
En agosto 9 de 1974, inicié con mi esposa, Margarita Vargas, una familia con tres hijos: Juan Miguel, Amaury Giordano y Raúl Amín. Con sumo esfuerzo, los tres estudiaron en academias de Francia y Estados Unidos, especializándose el primero en Sociología de la Cultura y la Educación, el segundo en Historia de la Esclavitud, y el tercero en Procesos Migratorios e Historia de las Ideas. Hoy, los tres son docentes e investigadores, vinculados y comprometidos con este tiempo y los necesarios cambios políticos y sociales del país. A Margot rindo homenaje especial por su dedicación a la familia”.

8. Programa “Nocturnal”
Desde 1995 produje y mantuve diariamente el programa televisivo Nocturnal, con el lema “Televisión abierta a toda manifestación ciudadana”, que testimonia la línea del programa: contestatario a los desmanes del poder político, fungiendo como tribuna de la gente para expresarse. Luego del funesto Frente Patriótico, en 1996, que pontificó a Balaguer, evidenciando las intenciones y el tejido moral del PLD, Nocturnal elevó asombrosamente su audiencia en Santo Domingo. Presiones políticas hicieron salir del aire a Nocturnal, un esfuerzo “a mano pelá”, con la participación frecuente de valiosos amigos como Emilio Brea, entre otros”.

9. La política varias décadas después
Desde que milité en el 1J4, siempre he participado en cuantas iniciativas políticas he considerado útil involucrarme. En los años 90, junto a activistas e intelectuales dominicanos residentes aquí y en la diáspora, intentamos realizar un juicio político a Balaguer. Luego, articulamos un proyecto partidista rotulado con la consigna “Bacho va”, experimento confirmativo de que la politiquería dominicana excluye, en la total extensión de la palabra, cualquier cuestionamiento a fondo desde adentro. Fue una experiencia de excelentes lecciones. Posteriormente, nos involucramos como activistas sociales, siendo pioneros en la formación de las “cadenas humanas contra la corrupción en la OISOE”. Al comenzar 2017, participamos en la Marcha Verde, desde una ciudadanía que despertaba con movilizarse y participar en un esfuerzo sin precedentes en la historia política dominicana”.

10. El trabajo cultural
Gran parte del trabajo periodístico lo dediqué a dirigir los suplementos culturales Vista Fija y Domingo en Especial, que durante largos años publicaron el Listín Diario y El Nacional. Consagré mucho tiempo a rescatar el patrimonio cultural caribeño y sus forjadores. No se enfocaba la cultura desde el estrecho marco de las letras y las artes, sino la cultura en su dimensión antropológica, donde lo popular tenía una presencia fundamental. Dedicamos trabajos a expresiones trascendentes del dominicano y lo caribeño, motivando a sacar el trabajo fuera de los periódicos, creando y realizando festivales culturales, como el Festival Caribeño del Son (FESTISON), celebrado en seis ediciones, donde se presentaban aquí a artistas como Compay Segundo, Pío Leyba y la estelar Orquesta Aragón. Por igual, organizamos el FestiJazz, con Chucho Valdés, y el Festival de la Guitarra Bohemia, dedicado a Juan Lockward, en el que participó el histórico César Portillo de la Luz. Para promover la cultura gastronómica, celebramos cinco entregas del Festival Nacional del Sancocho, recorriendo el país y premiando las mejores versiones de nuestro plato nacional, el cual culminó con un sancocho masivo para más de 16 mil personas, cocinado en vivo por siete chef frente al obelisco del malecón de Santo Domingo”.

Recuerdos inmemorables

“Recuerdo a todos mis compañeros y compañeras caídos. Honor, respeto y lealtad permanente a las causas que compartimos y que signan mis pasos del presente”, rememora “El Bacho”. Subir a las escarpadas montañas de Quisqueya el 28 de noviembre del 1963, como militante del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, contra el golpe a Bosch y por el rescate de la constitucionalidad, y enterarse de la muerte de Manolo Tavárez y la mayoría del grupo que subió a Las Manaclas, son momentos que “El Bacho” aún no aparta de su memoria.

En el plano profesional, dice que trabajar en 1984 como corresponsal de guerra, en la cobertura periodística del enfrentamiento bélico del Frente Sandinista de Nicaragua y los mercenarios de “La Contra”, está entre sus satisfacciones, así como la cobertura en diciembre de 1989 para el diario Excélsior de México y medios dominicanos, de la invasión norteamericana a Panamá. Pero su experiencia más trascendente, y continuada al presente, dice, radica en la articulación familiar, “con mi esposa, Margarita Vargas, y mis tres hijos, Juan Miguel, Amaury y Amín Pérez Vargas, sumado a sus respectivos nacimientos. Levantar la familia junto a Margot, ha entrañado un esfuerzo sin pausa por más de cuatro décadas, cimentación nutrida de los coherentes e históricos ideales enarbolados militantemente por la justicia social, en procura del país que soñó la Raza de los inmortales en 1959, como también fue soñado por Los Palmeros y todos los caídos del movimiento 1J4”.

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