El cuidado de la salud física en estos momentos se ha convertido en el principal objetivo en las vidas de la gran mayoría de las personas en el mundo. Revistas científicas, medios de comunicación, especialmente las redes sociales, son utilizados para difundir mensajes enfocados en cómo preservar la misma, basados principalmente en formulación de dietas, poniendo inclusive como eslogan: “Eres lo que comes”. Desde mi posición como especialista en conducta humana, si bien es cierto que la alimentación es básica para una buena salud, también es imprescindible para preservarla lo que piensas, ya que, en base a tu pensamiento y al manejo de tus emociones, ese organismo que cuidas tanto va a responder de manera sana o insana.

El cuidado de la salud mental debe ser la base principal en tu cotidianidad. Levantarte con una agenda abultada de cosas y angustiado por las que el día anterior no pudiste ejecutar, es la primera ingesta tóxica para ese día. Pretender ser sano, porque, igual cargado de estrés, te levantas a las 5:00 am. y vas al gimnasio corriendo; o, es inviolable el momento que al final del día acudas al mismo también con prisa; o, que te pases el día contando las calorías que comes, con la ingesta de frutas, vegetales, cero grasas; de nada sirve, si has alimentado tu psiquis con todo lo que te quieran enviar negativo por las redes, con críticas permanentes a todo lo que te rodea, y de manera especial a ti mismo, queriendo sumar más horas a las 24 de cada día para hacer más cosas. Todo esfuerzo de cuidar tu cuerpo, también por lo estético, es nulo. Y, quiero recordar que el ser humano es tripartito (espíritu, alma y cuerpo), por tanto, es indispensable mantener en equilibrio las tres dimensiones para tener un organismo en óptimas condiciones.

La gran demanda y exigencia de la sociedad moderna en rendimiento, capacitación en el ámbito laboral, produce, según mis observaciones, especialmente en las generaciones más jóvenes, una carga emocional que provoca respuestas orgánicas como cardiopatías, ya que, si vemos, son muchas las personas menores de 35 años, de ambos sexos, con accidentes cerebrovasculares, muerte súbita, úlceras gástricas y manejo de tratamiento auto indicado de ansiolíticos en busca de calmar sus estados permanentes de ansiedad, por querer hacer mucho más de sus propias fuerzas.

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