El gobierno del vecino Haití de nuevo pretende imponer trabas al comercio con nuestro país, en esta ocasión buscando aumentar las tarifas arancelarias hasta en más de un 40% para algunos bienes, aprovechando su condición de nación empobrecida.

Desde hace tiempo el gobierno dominicano ha intentado dar estabilidad al volátil mercado bilateral con Haití, lo que se ha evidenciado con gestiones como el memorando de entendimiento firmado en el 2014 entre ambos países y que obliga a la comunicación oficial previa a tomar medidas que presenten trabas y a la presentación de causa justificada para ello. Además, hay numerosos acuerdos internacionales firmados por Haití y República Dominicana ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) con regulaciones para el intercambio de mercancía.

No hay dudas de que esta nueva intención de aumentar aranceles perjudica a un grupo importante de comerciantes y transportistas dominicanos. Sin embargo, el mayor impacto negativo de esta decisión lo recibe el propio pueblo haitiano consumidor de muchos productos de República Dominicana. Esta medida equivaldrá a un encarecimiento de la mayoría de esos bienes tan esenciales como el pan, el maíz, la harina de trigo, los aceites comestibles, el cemento, el detergente, entre otros, lo que resulta en un duro perjuicio al pueblo haitiano que tiene tantas necesidades.

Las causas de esta decisión unilateral del gobierno haitiano, cuya víctima principal es la desfavorecida población en Haití, no se conocen de manera formal debido a la falta de transparencia y honestidad con que tradicionalmente se han manejado las citadas autoridades, pero muchos especulan que se trata un mecanismo para presionar a la República Dominicana con el tema migratorio.

Al margen de las razones, este tipo de comportamiento por parte de las autoridades haitianas se ha hecho habitual, lo que indiscutiblemente aleja la posibilidad de reactivar el diálogo diplomático pero además hace muy inestable y quebradiza toda relación comercial.

Por tales motivos, es un momento propicio para prestar atención a la atinada sugerencia que hizo el Banco Mundial y explorar nuevos mercados para los productos criollos de exportación.
Aunque sea más fácil decirlo que hacerlo debido a numerosos factores que muchos ignoran como las inversiones y esfuerzos que se requieren para superar barreras técnicas al comercio, entre otras cosas, las circunstancias obligan a hacer los sacrificios necesarios conducentes a algo que en el mediano plazo dará más estabilidad a los exportadores dominicanos y en el largo plazo probablemente les garantice incluso mayor rentabilidad.

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