El apreciado periodista Manuel Vólquez ha cometido el “gran pecado” de envejecer y enfermar, lo que en nuestro país no se puede a menos que se sea rico. Sin justicia social, con salarios mayoritarios de miseria y pensiones aun más miserables; donde “sistema de salud y seguridad social” es un eufemismo para un negocio donde quien aporta el dinero, el paciente-contribuyente, recibe lo menos, aquí una enfermedad invalidante es una inevitable muerte económica. Querido Vólquez, el precio del trabajo honesto en nuestro país es comúnmente vejez en estrechez y calamidad. Ruego a Dios que todavía haya alguna conciencia y en tu caso sean las cosas distintas. Que vivas muchos años más con la mínima dignidad que un profesional honesto merece.

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