No sé si a todos nos pasa, pero a menudo nos dejamos envolver por pensamientos que nos intranquilizan, por dudas y sentimientos, que a la larga, sólo nos perjudican a nosotros mismos.

A veces, la duda es ya una certeza con la que hemos decidido vivir, pero que aún por momentos, nos invade un sentimiento de rabia y rebeldía, cuya única víctima es uno mismo.

Nos pasa, y con mucha frecuencia, que nos preocupamos en exceso por tonterías, por nimiedades, y no nos damos cuenta que al hacer esto restamos tiempo a lo realmente importante.

Nosotros sufrimos, perdemos el sueño, la tranquilidad, la alegría y el entusiasmo por la vida y los demás, especialmente aquellos a quienes creemos responsables de nuestras preocupaciones, muchas veces ni se enteran. Con ese proceder lastimamos a quienes más amamos y también a quienes más nos aman.

Muchas veces somos injustos, insensatos, pues aunque nos hayan dado mil pruebas de respeto, lealtad y honestidad, que a resumidas cuentas, sólo puede llamarse amor, seguimos con nuestra obstinación.

Nuestro miedo desmedido a perder nos vuelve irracionales, no nos deja ver con claridad y anula nuestros sentidos.

Por momentos pensamos que “lo que ha de ser será”, y nada podremos hacer para evitarlo, del mismo modo que nada podremos hacer para que las cosas sucedan a nuestra conveniencia, pero de repente, todo vestigio de lucidez desaparece.

Atormentarse con dudas y malos pensamientos sólo nos conduce por el camino de la infelicidad, la intranquilidad y la frustración.
No es bueno ser sorprendidos, no es agradable que nos agarren desprevenidos, pero no podemos autodestruirnos, albergando pensamientos negativos.

Total, los otros y nosotros constantemente emitimos señales que nos ponen en evidencia y ante estas señales es preciso estar bien alerta, pues ellas nos avisan con mucha antelación lo que nos viene encima.

No olvidemos que muchas de nuestras tristezas y mayores sufrimientos nos los ocasionamos nosotros mismos.

Es nuestro proceder y nuestra soberbia la causante de los episodios más desafortunados y hasta de nuestras pérdidas más significativas.

No nos lastimemos sin razón, no causemos dolor a nuestros seres
amados.

Tratemos de no morir en la víspera, para no sufrir mil veces, víctimas de nosotros mismos…

Posted in Edición Impresa, Mi Tiempo, Opiniones

Más de edicion-impresa

Más leídas de edicion-impresa

Las Más leídas