I.- El proceder de la persona bondadosa

1.- Por muy apacible que se desarrolle la vida de una persona, en determinado momento se le ha presentado irritable porque nadie escapa a las contrariedades. Lo ideal fuera permanecer sin complicaciones, que todo esté a pedir de boca; no estar en apuros ni en aprieto alguno.

2.- De la misma forma que se nos presentan aquellos individuos que gustan hacer la contra, también existen los que están prestos para favorecer, apoyar a quienes en ocasiones precisan de soluciones en su provecho. El solidario hace acto de presencia sin requerimiento alguno; llega en el tiempo que conviene al necesitado.

3.- Una expresión de gratitud es la respuesta de quien ha sido objeto de un gesto solidario. La mujer o el hombre sensible siempre están listos para dar contestación al que en la coyuntura de trance le trajo tranquilidad.

4.- Para corresponder hay que estar formado de nobles sentimientos e inclinado a servir. Actuar con el convencimiento de serle útil a alguien que en su oportunidad se ocupó de auxiliarte es manifestación de reconocimiento; es homenajear al que generosamente se puso a tu disposición sin suponer retribución de ninguna índole. Acordarse de la gentileza dice mucho de aquel que fue asistido y luego protege a su bienhechor. Retomar la adhesión es muestra de ejercer la nobleza.

5.- Poner en práctica la sinceridad es signo de reunir condiciones humanas que elevan, a la vez que es prueba de abnegación. El individualista no acciona para darle respuesta positiva a aquel que en momento de dificultad le extendió la mano; la fidelidad nunca acompaña al infame que continuamente está unido al innoble.

6.- En cualquier escenario no está presente la persona buena; la bondadosa que vive para hacer el bien; la excelente que está ahí para hacer obra de benevolencia sin tomar en cuenta las dificultades que les puedan causar. Servicial es el que complace a todo aquel que se encuentre en situación difícil. En un ambiente dañado por el egoísmo no abundan los desinteresados, por el contrario, se multiplican los mezquinos.

II.- La presencia aquí de los flemáticos

7.- Los vicios que genera el decadente ordenamiento económico y social predominante en nuestro país han hecho posible un cambio de disposición en la forma de reaccionar como respuesta a un acto a favor suyo. El comportamiento del auxiliado de antes era de eterno agradecimiento, mientras que el de ahora se comporta olvidadizo porque es un desmemoriado que razona, algo así, como diciendo si te vi no te recuerdo.

8.- Aquí, el favorecido de hoy mantiene una actitud de inadvertido, actúa frente a quien lo favoreció como un aturdido; un irreflexivo que no tiene interés alguno en traer a su memoria la gentileza de que fue objeto por aquel que ahora ignora. El grosero, aquel vulgar que en un momento de desespero acepto con agrado la mano amiga, ahora la muerde como si fuera la de un odiado adversario.

9.- Las taras que dominan las actuaciones de la mayoría de los coterráneos con los cuales estamos conviviendo son tan fuertes que nulifican la tradición de nuestro pueblo marcada por la gratitud. El infiel que no agradece es aquel que hace de la felonía una habitualidad y entre nosotros ha desfigurado lo que fue una costumbre propia de personas educadas para recordar las buenas obras que se realizan con desprendimiento y son merecedoras de reciprocidad.

10.- Las fallas que observamos en los que proceden flemáticos ante la desgracia de quien lo protegió, están vivas en las actuaciones de los que a cada momento nos enseñan que el medio dominicano se ha ido contaminando con las máculas de los que se han dejado tragar por los subproductos sociales, entre los que se destacan insensibilidad, odio, aborrecimiento y rencores. Ese que procede inalterable frente a cualquier acontecimiento fatal que lesiona a quien fue su protector, es el mismo indolente que ayer recibió el apoyo entusiasta.

11.- Por lo deteriorada que está la sociedad dominicana en lo ético y moral, a diario somos testigos del proceder de aquellos que cuando se encontraban abatidos por la desgracia recibieron el calor humano de los que, precisamente ahora, tratan con dejadez, demostrando así que estamos conviviendo con sectores que no se conmueven ante nada ni por nadie. Aquel que no agradece permanece impávido; no se emociona ni se altera ante el percance ocurrido a quien fue su salvador.

III.- El cambio negativo causado por el medio social

12.- Entre nosotros crece el número de los que no sienten, no padecen ni se desvelan por la situación difícil que atraviesa quien lo libró de un riesgo o le solucionó el problema en el momento de aprieto. El desapegado, aquel que no anida amor, que actúa con frialdad y no se apena ni nada le produce conmoción, está sobresaliendo en el ambiente nacional porque las rígidas estructuras del ordenamiento actual y las lacras que genera el sistema social que padecemos han envilecido a amplios sectores, clases y capas de la sociedad dominicana de hoy.

13.- El buen proceder de aquella comunidad humana que era compasiva en su gran mayoría, poco a poco se ha corroído hasta convertirse en indiferente a lo que le ocurre a quien debe cariño. La profundidad de la rudeza está en los que prueban haberse pervertido a un grado tal que no sienten compasión; de sus corazones desapareció dolerse de aquel que tanta dulzura le demostró; apiadarse de quien le convirtió el momento difícil en agradable y los lamentos en sonrisas.

14.- Cada día asombra la metamorfosis que se ha producido en las dominicanas y los dominicanos, en el sentido de que no sienten el menor rubor para castigar con las peores murmuraciones a quien deben homenaje, y golpean con las peores calificaciones al que en momento de menosprecio supo agasajarlo. Lastimar, herir a aquel ente social que se jugó su vida y la de su familia para proteger la suya, es la forma de comportarse de los que en el medio social nuestro están formados de un material nocivo por entero. La mutación en el trato de solidario a ingrato es fácil de comprobar en el individuo de hoy.

15.- En un medio social cualquiera, para que la ingratitud pueda señorearse, necesariamente debe haberse efectuado una transformación tal que el sometimiento de la voluntad a la maldad sea absoluta, y la depravación haya tomado imperio para sobresalir ante la integridad. La degeneración de leal a innoble y de constante a traidor ocurre allí donde el granuja es afamado, el canalla laureado y el ladino exaltado. El execrable se siente bien llevando enojo al amigo que en momento de desazón le regalo paz, alegría y satisfacción. El sinuoso procede conforme su conducta reptante: olvida todo lo que le puede recordar los favores recibidos para así no devolverlos.

16.- En los marcos del contorno que nos ha correspondido vivir, la persona de trato exquisito y solidario se ha encontrado con los inelegantes, groseros y chabacanos que no tienen el menor sentido de lo que es ser reciproco y servicial para darle al otro el buen trato recibido cuando lo necesitó. Aquel que aquí se comportó atento ha tenido que vérselas con ese descortés e irrespetuoso a quien en su oportunidad dispensó las más finas atenciones. La desatención forma parte de la cultura de quien olvida el rostro y la voz de quien le auxilió.

17.- Ese que siente placer espiritual tomando fotos en el curso del incendio que convirtió en cenizas la casa de su vecino, es el mismo que recibió la más amplia colaboración de la víctima del inmueble siniestrado. El malvado vive para sí y no le importa la tragedia de aquel que en momentos aciagos fue su aliado cercano e incondicional. La calamidad del amigo no le sabe a nada al desleal.

IV.- Desarrollar en la niñez una conducta humanitaria

18.- Cada país, dependiendo la formación económica que predomine en determinado momento o época, cuenta con generaciones de mujeres y hombres con diferentes conductas; distinta forma de proceder y actitudes opuestas de cómo analizar y enfrentar los fenómenos sociales. El parecer de nuestro compatriota de ayer es distinto a la opinión que tiene el de hoy, y el pensamiento que asumirá en el futuro será desigual al que mantiene el de la actualidad. El sentido de razonar cambia, se modifica, se transforma con el paso del tiempo y de acuerdo con el período que a cada grupo humano le corresponde vivir.

19.- Es de desear que los dominicanos y las dominicanas que hoy son niñitas y niñitos, desarrollen sus facultades con la conducta dirigida a ser seres humanos sanos en su forma de actuar, que asuman una actitud no igual a la que ejecutan amplios segmentos sociales en la actualidad. Las actuaciones demoledoras contra todo lo que significa bondad no debe continuar primando; hay que hacer que triunfe lo bueno que en el fondo de su alma tiene el ser humano. Hay que trillar el camino para la calidad de humanitario y cerrarlo para el mal.

20.- En este espacio de tierra que en el globo terráqueo hemos escogido para vivir y compartir en forma civilizada; en esta patria nuestra en la que accionamos, ámbito de nuestros amores y sinsabores; en esta demarcación identificada como de mujeres y hombres laboriosos y solidarios, estamos obligados por voluntad propia a no seguir viviendo como si este contorno fuera un ambiente de fieras con proceder de lobos. Hay que tratar de comportarnos como personas físicas y no como semovientes indomables.

21.- Aunque como país hoy no estamos viviendo el mejor momento histórico, en cada hogar dominicano los padres deben esforzarse para levantar a sus descendientes como personas de bien; instruidas para ser de calidad exquisita y de puros sentimientos. Debemos tratar de formar familias con detalles que impulsen a fascinar, encantar y hechizar por los tratos divertidos que puedan ofrecer. Hay que recuperar el trato llano y confiable que motiva cordialidad, familiaridad y llaneza; pensar que debemos luchar para convivir afortunados y muy lejos de todo lo que sea desgracia, calamidad, percance y tragedia.

22.- En los hogares y las escuelas hay que comenzar a tallar al dominicano y a la dominicana con los cuales aspiramos compartir en el futuro, que sean instruidos en la solidaridad, reciprocidad, gratitud, honradez, probidad y generosidad. Necesitamos codearnos con seres humanos inclinados a hacer el bien y liberados de todo lo que sea perversión y malicia que solo traen disgustos, impaciencia y pesares. Sin importar esfuerzos hay que recuperar lo que hemos perdido como pueblo en el orden ético, moral, afectivo y solidario.

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