No ser creyente comúnmente se interpreta en nuestro medio como persona mala, sin valores. Ser cristiano, como ser ético y valioso. Son razonamientos ligeros que corresponde desmitificar. No necesariamente ser religiosos o lectores de la Biblia nos modela como buenos seres humanos o buenos ciudadanos. Los casos de violaciones de menores por sacerdotes y pastores son suficiente evidencia de eso, sin entrar en mayores detalles sobre la hipocresía humana y personal que puede subyacer a una identificación religiosa “impecable”. Ser religioso o no serlo es una elección personal; pero la sociedad dominicana, por nuestro bajo nivel educativo y debilidad institucional, factores que a la vez auspician mucha influencia de las iglesias, otorga magno rol social a la religión. Falta declararnos Estado confesional.

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