Alguien dijo una vez que el orgullo nace de nuestra incapacidad de aceptar la propia debilidad, y lo creo. La incapacidad de escucharnos y sincerarnos a nosotros mismos nos lleva a buscar la adulación externa y otras especies… Ese sentido de inferioridad que busca desesperadamente la levadura de la admiración, el afecto o la aceptación nunca se llena, es un abismo que llama a otro abismo para satisfacer la impenitente ansiedad. Pero el Rey sobre todas las grandezas nos llamó a entregar las abismales ansiedades en sus manos, porque él ha de cuidarnos del peor de los temores. Dios es tu amparo y fortaleza, tu pronto auxilio en la tribulación, por tanto no temas, si el enemigo te ha señalado como su objetivo, haz de Dios tu mejor amigo.

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