El próximo jueves celebraremos el comercial día del Amor y la amistad: el 14 de febrero, dedicado a San Valentín. Este peculiar beatífico es el único relacionado con el amor de parejas y, según la tradición, en los tiempos primeros de los cristianos, arriesgaba su vida casando jóvenes que los romanos querían conservar como soldados sin hijos y por tanto, con menos compromisos. Más tarde, en la Europa de la Edad Media se entendía que es el 14 de febrero, cuando las aves inician su apareo, previo a la primavera. Tres santos concurren con el nombrede San Valentín: el primero, el ya mencionado por su inclinación a desafiar el poder romano, fue golpeado y decapitado por orden del emperador Claudio II; el segundo, Obispo de Terni, Italia, fue también decapitado en tiempos del emperador Marco Aurelio, de noche y de manera sigilosa para evitar reacciones populares. Este S. Valentín se destacó por sus milagros y curaciones; el tercero fue martirizado en África junto a varios compañeros, pero de este es poca la información que se tiene. En el 1969, durante el Concilio Vaticano II, la celebración del Santo fue eliminada del Calendario Litúrgico de la Iglesia Católica. Desde la Edad Media, cuando la fiesta logra su apogeo, se relaciona con Cupido. De él, dice la Enciclopedia: “llamado también Amor en la poesía latina es, en la mitología romana, el dios del deseo amoroso. Según la versión más difundida, es hijo de Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, el dios de la guerra. Se le representa generalmente como un niño alado, con los ojos vendados y armado de arco, flechas y aljaba. Su equivalente en la mitología griega es Eros”. Al día 14 de febrero también se le llama “Día de los Enamorados” y en su función mercadológica se le añade: “día del amor y la amistad”. Bueno es, aunque se trate de una celebración más comercial que festiva, a todo aquel que usted le profese amor (en todas sus acepciones), afectos, cariños, admiración, en fin, sentimientos propios del alma y la emotividad, manifiéstele sus felicitaciones y obséquiele lo mejor que usted produce: ternura sincera. Sin envoltorios, lazos ni tarjetas, bombones ni flores. Salpique su relación con una pincelada de cariño demostrado, sin que necesariamente deba existir un regalo material y exprese lo importante que es ese o esa, para sus equilibrios internos y paz emocional. Hágalo ahora, cuando el tiempo y la oportunidad son propicios para expresar el sentimiento cristiano por excelencia: el amor. Entendamos que vivimos ávidos de esta “materia inmaterial”, pero vital para nuestra propia existencia, expresado de cualquier manera: el amor fraterno (el de la amistad); el amor filial (entre familiares); el amor carnal (sin necesidad de explicación)… en esencia el amor de verdad. La psicología dice que hay 6 tipos. ¡¡¡Atrévete a demostrar que eres capaz de amar y de ser amado!!! ¿Difícil?

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