Martin Luther King, cristiano aventajado, pregonó el amor como “la única fuerza capaz de transformar un enemigo en un amigo”, principio que pragmatistas podrían menospreciar pero es válido para nuestro país, convertido en sociedad irracionalmente violenta. Padecemos ya comúnmente crímenes horrendos, tanto que aplicarles los “30 años” es indignante y ridículo, y esas acciones son propias de individuos mentalmente perturbados, criados en ambientes domésticos sin amor ni valores humanos, instintos a la libre. La familia, la sociedad dominicana, precisan afianzar el amor que fomenta personas emocionalmente estables, que forma contra el odio, el egoísmo, el hedonismo, la intolerancia, la barbarie. Entronizar el amor, para esta fecha muy trivializado por la sociedad de consumo, como instrumento eficaz de convivencia saludable.

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