Los pacientes reciben atenciones médicas en las peores condiciones, mientras se avanza en la reconstrucción
Por unas escaleras de cemento recubiertas con tablones de madera que el tiempo ha carcomido, dos camilleros provistos con mascarillas cargan cautelosos a una mujer en una silla de ruedas. Un solo paso en falso puede ser fatal.
Más abajo y en una especie de acto de malabarismo, un anciano tembloroso sostenido del brazo de su hija termina de bajar del área de internamiento, bajo la reprimenda de un médico por no haber esperado la asistencia del personal sanitario luego de recibir el alta médica.
Es el hospital Regional Universitario Jaime Mota de Barahona, un centro de “tercer nivel” concebido para brindar servicios a los más de 500 mil moradores de la región IV de salud, comprendida por las provincias Independencia, Pedernales, Bahoruco y Barahona, cuyos ascensores y áreas críticas están en fase de terminación, tras un extendido proceso de reconstrucción a cargo de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE).
Es el mismo hospital que en abril del año pasado se convirtió en el centro mediático tras la muerte de cinco recién nacidos en solo una semana, que obligó a las autoridades del Ministerio de Salud Pública del momento a intervenir su área de Neonatología, la cual está pendiente de equipamiento, obligando el traslado provisional de este servicio al hospital Jaime Sánchez, del antiguo Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), conjuntamente con el área de ginecobstetricia.
Aunque las autoridades del Servicio Nacional de Salud (SNS) prevén la conclusión de la obra en este semestre y han conseguido acelerar el ritmo de los trabajos, lo cierto es que el centro desarrolla sus actividades en el más crudo hacinamiento y ha mermado significativamente su ya limitada capacidad resolutiva.
Hacinamiento y precariedades
Según el doctor Alexander Herasme, presidente de la seccional interprovincial Barahona-Pedernales del Colegio Médico Dominicano (CMD), hombres y mujeres son ingresados en la misma área de internamiento sin tomar en cuenta la separación de patologías infecciosas como tuberculosis o neumonía. “Ahora mismo tú vas al hospital con un dengue y puedes salir con una bronconeumonía por la situación de hacinamiento que tenemos”, dice.
De acuerdo con el periodista y abogado barahonero José Corniel, la falta de camas es tan acentuada que recientemente una señora tuvo que ser ingresada en un pasillo lo que generó una fuerte controversia en esa demarcación sureña.
Tanto Corniel como el galeno coinciden en que en la última década el hospital ha sido sometido a varias remodelaciones parciales en muchas de sus áreas sin que eso haya redundado en la mejoría de la calidad de los servicios. “Por ejemplo, el área de emergencia ha sido reparada varias veces pero si llueve hay que colocar cubetas para aparar el agua que se cuela por todas partes”, asegura el comunicador al ser entrevistado por elCaribe.
El agobiante calor en esa misma área por las fallas en el sistema de ventilación y climatización es otra problemática que según el representante del gremio médico afecta las condiciones de trabajo del personal de salud y de los propios pacientes.
Paradójicamente, en esa misma área en la que se atiende a un promedio de 200 pacientes diarios se observa un letrero del programa República Digital que anuncia conexión gratuita a internet a través de la red Wi Fi.
Mientras tanto, en una improvisada área de consulta externa un enjambre de hombres, mujeres, adultos mayores y lactantes se abanican con cartones y placas de Rayos X aguardando su turno para entrar a los cuartuchos de ‘plywood’, que hacen las veces de consultorios.
Pacientes deben ser referidos
Actualmente el hospital no está habilitado para realizar cirugías por lo que la mayoría de los pacientes que deben ser operados de urgencia tienen que ser trasladados a Azua o San Cristóbal, y en caso de no hallar cama, continuar el recorrido hacia los hospitales Darío Contreras, Ney Arias Lora o Francisco Moscoso Puello, en Santo Domingo, con el riesgo que ello conlleva.
“Cuando queremos referir un paciente con una hemorragia cerebral o con un infarto agudo al miocardio no podemos referirlo y tenemos muchas veces que quedarnos con ellos, sabiendo nosotros que no podemos, mientras conseguimos una cama en Santo Domingo”, explica Herasme, quien afirma que las intervenciones quirúrgicas se han reducido a menos de un 10%.
De hecho, todas las cirugías electivas han sido suspendidas y solo hay disponible un quirófano para atender algunas emergencias menores.
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Deplora que en toda la región no haya disponible ni una sola Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y que la más cercana esté ubicada en el Hospital Regional Marcelino Vélez, en el Gran Santo Domingo,“y yo le pago a usted si consigue una cama en el Marcelino Vélez. Yo no me acuerdo la última vez. Es tan tal que si uno va a referir un paciente que sea familiar de uno, uno no se atreve a mandarlo, tiene que irse con él a la capital a mendigar. Pero, ¿y la gente pobre que no tiene quién mendigue con él?”, se pregunta.
Director confía situación cambiará tras la reinauguración del hospital
El director del hospital Jaime Mota, Santo Beltré Feliz, está confiado en que próximamente se pondrá punto final a esta situación al entrar en funcionamiento el moderno bloque quirúrgico con tres quirófanos y la unidad de cuidados intensivos con 11 camas, que están pendientes de equipamiento con tecnología de punta.
Reporteros de elCaribe constataron que también están listas las nuevas áreas de Maternidad, Perinatología y la sala de internamiento de hombres, conjuntamente con dos nuevas plantas eléctricas de gran capacidad, que entrarán en operación en el momento en que se reinaugure la obra.
También está en proceso de construcción el área de consulta externa y aun no se ha iniciado el remozamiento de las áreas de hemodiálisis, laboratorio, emergencia y banco de sangre.
Beltré asegura que el director del Servicio Nacional de Salud (SNS), Chanel Rosa Chupany, está empeñado en que la obra sea priorizada y terminada a la mayor brevedad posible y ya ha ordenado el reclutamiento de alrededor de 300 nuevos empleados, entre los que figuran un neurólogo, un hematólogo, médicos internistas, intensivistas, más médicos generales, enfermeras y conserjes para reforzar la plantilla cuando el centro comience a funcionar a toda capacidad. De hecho, tiene en su oficina cientos de currículos de aspirantes que están siendo evaluados.
Según el doctor Beltré aunque los dos nuevos ascensores ya fueron instalados no han entrado en funcionamiento porque se espera concluir el resto de áreas.
Mucha demanda y pocos recursos
El optimismo del funcionario contrasta con el pesimismo del dirigente del Colegio Médico Dominicano, quien deplora que el centro regional lleva más de dos años sumergido en un estado de “emergencia” sin que se vislumbre una luz al final del túnel. “En él ya casi tenemos casi un año en espera”, dice.
El doctor Herasme deplora que el Jaime Mota reciba una subvención mensual de apenas RD$ 2.4 millones que se reducen a RD$ 1.2 millones por la retención que se le hace para el suministro de medicamentos e insumos por parte del Programa de Medicamentos Esenciales (Promese) y que sumados a los RD$ 1.2 millones que recauda por la venta de servicios al Seguro Nacional de Salud (Senasa) no llegan a los RD$3 millones mensuales, en contraste con los abundantes recursos inyectados por el Gobierno a hospitales autogestionarios que en la práctica funcionan como clínicas a las que acuden las personas pudientes que pueden pagar por los servicios.
“Son hospitales que el Estado le da mucho más dinero para que los ricos se vayan a atender. A los gobiernos no les gusta la gente pobre por eso nos dan poca cosa”, insiste.
Resalta que mientras esta situación continúe los pacientes de escasos recursos tendrán que seguir padeciendo penurias y costeando muchos de los medicamentos y estudios diagnósticos que se les prescriben.
“Al hospital Jaime Mota le van a faltar siempre medicamentos, aunque quizás haya medicamentos que el Gobierno los auspicie, los mas económicos, pero habrá otros que no lo va a poder sustentar el hospital con ese presupuesto”, afirma.
Labor docente también ha decaído
El hospital Regional Universitario Jaime Mota también ha visto decaer su labor docente para la formación de especialistas de Medicina Familiar, pasando de 30 médicos en formación a apenas dos residentes de tercer año que cursan la especialidad en la actualidad. La aspiración del director es retomar la captación de más estudiantes y estructurar la residencia de ginecología y pediatría cuando finalice la reconstrucción.