¡Gracias a Dios! La noticia de que el ex pelotero David Ortiz estaba fuera de peligro luego de unas horas de conmoción e incertidumbre general, tras conocerse que había resultado baleado en un bar al igual que el comunicador Jhoel López, alivió al país. Hubiera sido demasiado doloroso, un trauma mayúsculo y profundo que “Big Papi”, figura emblemática, dominicano nacional e internacionalmente famoso, querido y respetado, resultara víctima mortal de la violencia o la delincuencia que padecemos. Una preocupación acentuada por la casualidad de suceder esto en momentos en que distintos sucesos, actualmente en investigación, motivan cuestionamiento en el exterior sobre la seguridad del país. Aplaudir que Ortiz y López están bien, pero de todos modos lo sucedido nos marca.

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